Me costo poco acoplarme a la vida fuera de la ciudad, ya que cada mañana al despertar me quedava maravillado con las hermosas y majestuosas montañas cubiertas de nieve, los sembradios floreciendo hasta donde se alcanzava a divisar, y los inumerables rios que nos rodeavan. rios con agua fria y deliciosa, donde varias veces mis hermanos y yo nos dimos un buen chapuzon.
Las nuves gigantes y blancas como si fueran de algodon, se revolvian juguetonas dandole forma a figuras caprichosas por demas. Y cuando eran nuves de tormenta ni que decir.. surgian como moutruosas montañas negras, repletas de agua seguramente y con el color lo decian todo, Esas nuves negras venian furiosas a acabar con el agoviante calor que es muy tipico de mi ciudad. ensordecedores truenos te ordenavan buscar refujio para semejante aguacero que a cualquiera inspiraba respeto. Y cuando la calma regresaba al pequeño valle, el olor a tierra mojada y llerva verde, hacian una tarde deliciosamente perfumada y somnolienta, insitante para descansar y dormir la siesta.
El anochecer era un espectaculo mas, ese cielo negro y limpio libre de smog y polvo, dejaba ver un firmamento lleno de estrellas con la grandiosa via lactea a sus espaldas. y en las noches de luna llena, era simplemente como tener un enorme farol iluminando el alegre pueblito de un color azul oscuro donde hasta los niños podian jugar un alegre partido de futbol a la luz de la luna. en esa luz magica, se alcanzaba a distinguir una persona con todas sus caracteristicas a cien metros de distancia. y nadie lo comentava pero todo mundo disfrutava de aquel momento con tonos fantasiosos.
Ahora me pongo a recordar esos dias y me doy cuenta que tuve una niñez muy feliz y privilegiada.
Una persona feliz no es aquella que lo tiene todo, sino aquella que disfruta todo lo que tiene. -Angel-